Cuento de un día

Amanecer urbano, de paseos caninos y olor a pan recién cocido,

Será cierto lo que se cuenta en las calles. Que vino con la primera lluvia del mes de Enero y quieto quedo en casa, a la espera de que vinieran a buscarlo. No destaco en nada en su juventud pero no pasaba inadvertido, no era el primero de la clase pero los profesores sentían devoción por él, emocional de naturaleza se manejaba mejor en el terreno de lo vísceral que en el del cerebro

De cristal y cemento, la madura mañana, claxon y autos, tacones y ritmo de semáforos, el día está abierto.

Será cierto lo que susurran los vagabundos. Que llegó por sorpresa en Abril y de un salto apareció en Mayo. Brillante casi reluciente, su amplia sonrisa capturaba barcos y sus grandes ojos azules los hacía naufragar. La sirena, la ninfa, la princesa de cuento, el efecto mariposa, cuando ella llegaba todo cambiaba para siempre. Intuitiva, rápida era la envidia del resto pero ella asistía como espectadora a sus triunfos con una sincera humildad. De emociones contenidas por miedo al dolor del corazón, cerraba todo y se volvía inaccesible

El sol ya esta alto y las grises baldosas, marcadas por rápidas y frenéticas huellas que cruzadas entre ellas nos muestran el caos urbano.

Será cierto lo que vieron los escaparates. La imagen superaba con creces cualquier palabra que sea escrita, la tierra se estremeció, el cielo se rompió y hasta la parte más pequeña de la materia tangible sintió que se habían encontrado. Se hizo el nudo, la ciudad asistía expectante a un nuevo nacimiento, ellos mudos, ciegos y sordos ante el resto del mundo y en su nublada mente. Sólo tu, sólo tu, sólo tu…

El sol parpadea y los colegios cierran sus puertas, es la hora de los niños.

Será cierto lo que se oyó en aquella cafetería del centro. Frente a frente, el eco de su necesidad mutua lo rodeaba todo y de repente una amplia sonrisa y un te estaba esperando cerró el círculo, se tocaron sus manos y sonriendo y sin dejar de mirarse, prometieron lo eterno manteniendo lo primero. Y van susurrando las esquinas, ¿Seré yo la del primer beso?

El satélite aterriza con autoridad y toma el control de las calles, los inquilinos de la noche vuelven a ser libres…

Será cierto lo se olió aquella noche. Que el aroma desprendido era intenso, fuerte, penetrante, te perforaba por dentro, era pasión y dolor, lágrima y risa, locura y razón. No podían ver, oír, hablar, el esfuerzo era inútil, perdidos del resto de los sentidos sólo tacto y olor los arrastraban, nunca nadie había viajado tan lejos de una sola vez, al punto sin retorno, al límite de la esencia, donde dos pasan a ser uno, donde los cuerpos desaparecen y se convierten en estrella de la noche, para no volver jamás